martes, 14 de noviembre de 2006

El Cine Añejo



La magia del Cine El Normandie entre los 80’ y los 90’ era una especie de referente contra la dictadura, y que para la semana del plebiscito se dio el lujo de presentar la película el “Gran Dictador” de Charles Chaplin. Apartado de las luces, tecnología y modernas dependencias, pero con la frente en alto, encontramos hoy al Normandie, a pasos del cotidiano ir y venir del barrio San Diego, en el Santiago viejo, añejo y bullado, dentro del centro del esmog. Una construcción muy antigua, donde los años se notan en su fachada, y al entrar en éste uno respira nostalgia y grandes momentos vividos por anteriores generaciones, sobretodo la de los 80’. Las funciones nocturnas que caracterizaban al cine en la época de la dictadura se mantienen hasta hoy, con menos recursos y películas alternativas a las 21:30 hrs. se presenta la última función todos los días. Don Sergio Salinas, uno de los dueños esta frente a la caja esperando a sus clientes frecuentes, llega hasta la ventanilla un trío de amigos de apariencia “artística” y lo saludan con un _ ¡Hola tío! _ a lo que el hombre responde con el mismo entusiasmo al ver a unos de sus reiterativos espectadores, quienes son “Amigos del Normadie” que van sabiendo que se encontrarán con incómodas y viejas instalaciones, sonido e imágenes antiquísimas, y películas que en su mayoría no son muy actuales, pero a la vez saben que encontrarán grandes clásicos que marcaron el cine, genios en la dirección, y también películas que nunca tuvieron su momento de gloria por algún desconocido motivo, pero que igualmente vale la pena verlas. Algunos viejos espectadores del cine eran por ejemplo algunos políticos de la Concertación como Enrique Correa, Ricardo Solari, el senador Jorge Pizarro, Patricio Aylwin y Ricardo Lagos, por nombrar algunos, siendo Alwin el único que todavía sigue yendo. Después de un rato Sergio enciende un cigarro para acompañarse en la espera de que lleguen por lo menos unas 20 personas y partir con “Hierro 3” un drama chino dirigido por Kim-Ki-Duk. Dos turistas se asoman a la entrada del lugar, y observan la cartelera, y los afiches de las próximas películas, en sus rostros se como miran detenidamente cada detalle del cine, desde su letrero hasta el mismo Sergio. Con un español fluido pero mal pronunciado consultan el valor de la entrada, _Mil quinientos_ dice Salinas, y ellos se miran y deciden comprar una. Los seguí hasta que tomaron asiento en las butacas, pude notar, pese a no entender nada de lo que decían, lo admirados que estaban por la estructura del lugar porque sonreían e indicaban las cortinas verdes del teatro y las butacas. De vuelta en la caja se nota en el rostro de Sergio que está contento, _¡vino más gente de lo común!, ¡me dio buena suerte usted!_ me dice.

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